NO DEJES PARA MAÑANA…

Recomendaciones que utilizamos a principio de curso en tutoría y orientación:

Empezar a estudiar desde el primer día mejorará tu rendimiento académico

Ya han empezado las clases, pero tú sigues de vacaciones.  Los músculos anquilosados después de varios meses tumbados al sol, y la cabeza llena de pájaros, perdida todavía en los placeres de la inactividad.  Las neuronas se resisten a tomar posiciones y no encuentras el momento de ponerte delante de los libros.  “Ahora casi no hay materia que estudiar” –piensas para convencerte- , y te sientes capaz de recuperarlo en un par de días.  Pero antes de que te des cuenta, tendrás los apuntes acumulados, varios trabajos que realizar y empezarán los agobios.

Si has tenido que estudiar en verano, la cosa cambia, porque hasta pasados los exámenes no habrás podido desconectar del todo.  Pero después de unos días de merecido relax, vale mas que no pierdas el ritmo; el curso ha comenzado para todos y no va a esperar a que tú te recuperes.

Horario de invierno

Cada año, cuando comienza el curso, oímos siempre lo mismo:  “hay que empezar a estudiar desde el primer día”,”tienes que planificar bien el estudio y organizarte”.  Las recomendaciones suenan machaconamente pero, un año más, haces caso omiso, porque eso te supone adaptarte al “horario de invierno”:  ver menos a tus amigos, despegarte de la televisión y renunciar a ese “hago lo que me apetece”, que tantas veces has pronunciado en las últimas semanas.  Piensas que con asistir a clase –y algunos días ni siquiera eso- serás capaz de recordar los contenidos fundamentales para salir del paso el día del examen.  Pero la experiencia te recuerda que no es así.  Ya es hora de que reacciones porque nadie va a empezar a estudiar por ti y cuanto más lo dejes, más te costará retomar los hábitos de estudio.

Uno más en clase

Asistir a clase es una de las condiciones fundamentales para comenzar bien el curso.  La exposición oral del profesorado puede no corresponder exactamente con el tema que tu tienes escrito.  Ampliará los datos y dará más importancia a unos aspectos que a otros.  Si sigues habitualmente sus explicaciones, llegarás a conocerle y tendrás una visión bastante aproximada del tipo de examen que puede poner o de su nivel de exigencia.

Sujeto activo

Si asistes a clase asiduamente, no es para sentarte en una silla y ver pasar la mañana.  Tu papel tiene que ser activo.  Primero prestando atención al profesorado, y segundo tomando nota de sus explicaciones.  Si antes de clase lees rápidamente el tema que se tratará, habrás realizado una primera identificación de lo más importante y seguirás con mayor interés la explicación.  Esto te permitirá comprender mejor los contenidos y tendrás que realizar un esfuerzo menor para retenerlos.  Tomar apuntes no significa sólo reflejar en un papel lo que el profesorado te cuenta.  Es una manera de empezar a trabajar una asignatura.  Por una parte, concentrando tu atención en las explicaciones y pensando en su significado antes de escribirlas.  Por otro lado, este ejercicio te ayudará a memorizar los contenidos, porque siempre es más fácil recordar lo que se ha escrito y, además, te resultará más fácil asociar el tema con las anécdotas y los gestos del profesorado.  También ejercitas tu capacidad crítica al seleccionar las ideas y distinguir las que merecen la pena.

Sistema personal

Si un día no puedes asistir a clase, preocúpate, cuanto antes, de pedir a algún compañero/a los apuntes y tareas.  Comprobarás que las notas que ha tomado tu compañero/a te resultan más difíciles de descifrar.  Cada uno tiene su propio sistema de tomar apuntes.  Por eso es tan difícil estudiar por las anotaciones de los demás.

Y sigue, y sigue…

Tu labor no ha hecho más que empezar.  No basta con tener unos apuntes impecables si no los vuelves a mirar hasta un día antes del examen.  Es necesario que los revises el mismo día, lo antes posible.

Ahora te queda la parte más dura:  ponerte a estudiar.  Como toda actividad intelectual, para sacarle rendimiento al estudio, tu situación debe ser de normalidad, entendida como un estado de equilibrio y serenidad que te permita estar centrado/a.  Estar conforme con tu forma de ser, un buen ambiente familiar y social, la ausencia de preocupaciones que ocupen tu pensamiento y tener valor suficiente para afrontar las dificultades son factores que te darán seguridad y favorecerán tu dedicación al estudio.   Las condiciones necesarias para estudiar son fundamentalmente de orden material y personal, pero tu puedes modificarlas y hacerlas favorables.  Para empezar debes tener una actitud positiva, estar seguro/a del objetivo que persigues y convencido/a de que estudiar te ayudará a conseguirlo.  Si quieres, puedes.

En cuanto al lugar de estudio, no tienes excusas.  Si en tu casa crees que no hay espacio suficiente o que los ruidos y la actividad del resto de la familia te va a despistar, vete a la biblioteca.  Es uno de los lugares más apropiados para estudiar porque reúne las condiciones físicas óptimas y, además, en ella puedes disponer de las obras necesarias para ampliar los temas.

En tu casa, un lugar adecuado para el estudio debe tener unas determinadas características:

–       Ser silencioso y tranquilo.  Estar aislado de los ruidos, las personas y las cosas que puedan distraerte.

–       La iluminación ha de ser suave y regular, con mayor intensidad en la zona de estudio.

–       Tiene que tener una temperatura ambiente moderada y estar ventilado, sobre todo en invierno para evitar que te duermas.

–       Disponer de algunas estanterías al alcance de tu mano te facilitará el trabajo de consulta y evitará que te distraigas levantándote cada vez que necesites un libro.

–       La música no es recomendable, -menos aún con auriculares.

Planifícate

Si quieres conseguir un rendimiento positivo sin renunciar a dormir y a divertirte, necesitar planificar tus actividades y dedicarle un tiempo a cada cosa.  Al hacer la planificación, procura que el programa sea realista, que se ajuste a tus posibilidades para poder ponerlo en práctica diariamente.  El plan debe ser personal (cuando lo elabores, piensa en las dificultades de cada asignatura y en tus propias limitaciones para asimilar cada materia) y flexible (si te fijas una meta, procura no ocupar todo el tiempo, porque pueden surgir imprevistos).  Si te cuesta ponerte a trabajar, invéntate alguna estrategia, piensa en algo que te impulse a estudiar y que te motive.  Por ejemplo, puede ser un estímulo pensar en el tiempo que te quedará para divertirte si aprovechas eficazmente las horas de estudio.

Cuestión de tiempo

Sobre el tiempo que hay que dedicar al estudio, no existe regla fija.  Depende de la capacidad y del ritmo de trabajo de cada uno/a.  Lo mejor es estudiar por periodos, de 50 minutos o una hora, y hacer una breve pausa entre cada periodo.  No se debe estudiar durante más de dos horas seguidas, porque la concentración va disminuyendo y en rendimiento desciende.  ¿Cuál es el mejor momento?.  Sobre gustos no hay nada escrito.  Hay quien prefiere estudiar por la noche, porque hay menos ruidos y más tranquilidad.  El momento lo debes elegir tú en función de las actividades que tengas que realizar.  No obstante, la mañana es un momento indicado para hacer los trabajos más difíciles (el fin de semana o en vacaciones), que requieran una actividad creadora.  Las primeras horas de la tarde no son muy adecuadas para la concentración, por lo que es mejor dedicarlas a trabajos mecánicos o manuales.  La tarde es muy propicia para el estudio:  para leer detenidamente, memorizar y repasar.  Durante la noche, aunque te parezca que aprovechas más el tiempo, que nadie te molesta y puedes concentrarte mejor, el rendimiento no es bueno porque tienes acumulado el cansancio de todo el día.  Tu mente ha recibido estímulos de todo tipo y no está en condiciones de retener y asimilar nuevos contenidos.

La recompensa

Supervisa de forma periódica la planificación y si algo no funciona, cámbialo.  Siempre podrás matizar y mejorar el plan.  Lo más importante para lograr tus objetivos es que cumplas puntualmente los horarios que establezcas, de esta forma lo convertirás en un hábito y te costará menos realizarlo.  La mejor forma de sentirte satisfecho es comprobar que eres capaz de seguir el plan elaborado.  De esta forma llevarás toda la materia al día, y te costará menos trabajo preparar los exámenes.

Ideas para tomar apuntes

  • Evita copiar cosas que no entiendes.
  • El soporte más práctico son los folios, que se pueden archivar por asignaturas.
  • La letra debe ser clara.  Procura no aglomerar letras ni párrafos.
  • Deja márgenes amplios para poder archivarlos o hacer anotaciones marginales en ellos.
  • No hay que copiar literalmente la explicación, sino escuchar, analizar y escribir lo esencial de la misma.  (El profesor/a suele hacer alguna indicación de lo que es más importante).
  • Es útil emplear abreviaturas que permiten escribir con más rapidez.  Se emplean sobre todo en palabras largas o que se repiten constantemente.  Es conveniente utilizar siempre las mismas, para que puedas descifrarlas con facilidad.
  • Siempre que sea posible, haz gráficas;  son muy prácticas a la hora de estudiar.
  • Utilizar códigos (señales, subrayados, asteriscos, llamadas… ) ayuda a comprender mejor lo escrito.

Racionaliza tu tiempo

  • Al salir de clase, después de comer, descansa o distráete una media hora antes de empezar a estudiar.
  • Repasa todas las asignaturas para comprobar que la información que tienes es clara.
  • Revisa las actividades imprescindibles que tengas que realizar para el día siguiente.
  • Fija un tiempo determinado para cada asignatura:  más para aquellas que tengan más dificultad.
  • Empieza a estudiar las materias que te resulten más difíciles.
  • Intercala periodos de descanso, pero recuerda que no deben ser superiores a diez minutos.

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