El Renacimiento pleno desplaza su centro artístico hasta Roma. Leonardo Da Vinci, arquitecto, matemático, científico y pintor excelente, simboliza el modelo idealista, clásico y equilibrado del período. Miguel Ángel Buonarroti, por su parte, pintor, escultor y arquitecto, constituye una grandiosa afirmación del genio personal. El equivalente musical podría ser la escuela polifónica romana, que floreció en la segunda mitad de, siglo en torno a Palestrina.
En toda la obra de Miguel Ángel se observa su faceta de escultor. Como tal, alcanzó la máxima genialidad, reflejando su espíritu apasionado, de constantes cambios de humor,
especialmente su dramatismo (terribilità). Se formó en Florencia, trabajando con grandes
bloques en los que resolvía con facilidad problemas de espacio, movimiento y composición. El colosal David en mármol (1501-1503), con reminiscencias clásicas, que muestra a un joven en tensión preparándose para una acción además de ser un completo estudio de anatomía.
En el “Kyrie I” de la Misa brevis de Palestrina, se fusionan a la perfección las cuatro voces, a partir de una única frase melódica (Kyrie eleison) que se utiliza en imitación. Las contraltos presentan la melodía por primera vez, seguidas de las demás voces, que van entrando unas tras otras.