Mediante esta publicación se trata de incidir en el objetivo común de cumplir los derechos de la la infancia y la juventud enmarcados en la Declaración de los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de la ONU el 20 de Noviembre de 1989. Puesto que la familia sigue siendo el contexto fundamental para la socialización y la formación de la personalidad de cada niño y niña, se pretende con este material que se reflexione sobre nuestro papel como padres y madres desde un referente común, que es el de las necesidades y los derechos de la infancia; de este modo se constituye un punto de partida importante.
En este decálogo se explican de forma sencilla y agradable una serie de normas de comportamiento y apoyo que los padres, madres y tutores deben trabajar por el bienestar y protección de sus hijos:
- Aceptar incondicionalmente a nuestros hijos e hijas: Lo cual implica aceptar a los hijos como son, demostrándoles diariamente que les queremos y que estamos orgullosos de ser sus padres, incluso en aquellas situaciones en las que no aprobamos su conducta.
- Proporcionándoles amor y afecto: Según la Declaración de los Derechos del Niño, nuestro hijo “tiene derecho a mantener contacto con sus padres, aunque estos estén separados o divorciados“.
- Establecer límites razonables: Recordando que mantener las normas no deben estar reñido con el cariño y el afecto.
- Respetar su derecho al juego y a tener relaciones de amistad con sus compañeros: Los niños y niñas deben poder jugar sin estar sometidos continuamente al control de los adultos.
- Respetar y fomentar su autonomía: No debemos correr el riesgo de sobreprotegerlos pensando que les ayudamos.
- Protegerles de los riesgos reales o imaginarios: Es importante proteger a nuestros hijos, pero también lo es establecer una buena relación de afecto y comunicación que les permita acudir a nosotros cuando se enfrentan con algún problema que no saben solucionar.
- Aceptar su sexualidad y ofrecer una imagen positiva de la misma: Para los jóvenes la sexualidad es complicada porque por un lado se mantienen numerosos prejuicios, pero al mismo tiempo y fundamentalmente desde los medios de comunicación, se sobredimensiona y comercializa.
- Comunicación y empatía: Debemos escuchar, comprender y actuar coherentemente ante las demandas de nuestros hijos e hijas.
- Participación: Los niños y niñas tienen derecho a participar en la toma de decisiones de los asuntos que les afectan directamente. Esto es un derecho recogido en la Convención de los Derechos del Niño y en la legislación vigente.
- Dedicarles tiempo y atención: A este reto nos enfrentamos tanto como personas, como en la educación de nuestro hijos e hijas, “comprender que lo valioso está en las personas y no en los objetos“.