c) Las melodías son largas y fluidas; parecen no tener fin.
En el movimiento central del concierto para dos violines en re menor BWV 1043 de Bach, tenemos la sensación de que las melodías continuarán sonando eternamente, en un perfecto diálogo entre los dos violines y el continuo cambio de papeles (protagonista y acompañante).
Además, la profusa ornamentación de las artes plásticas se traslada a menuda a las líneas melódicas, a menuda de manera improvisada por el propio intérprete.
El Baldaquino de San Pedro del Vaticano de Bernini, por ejemplo, es un manifiesto en bronce de la estética barroca del siglo XVII, recargado con abundantes elementos decorativos y con un tratamiento distinto y rupturista de los órdenes clásicos.
En Si dolce il tormento, de Monteverdi, constatamos cómo la segunda vez que se canta la misma música, se adorna la melodía, embelleciéndola aún más.
Si dolce è’l tormento / Es tan dulce el tormento
Ch’in seno mi sta, / que tengo en mi pecho,
Ch’io vivo contento / que vivo contento
Per cruda beltà. / por una belleza cruel.
Nel ciel di bellezza /En el cielo de la hermosura
S’accreschi fierezza / aumenta la fiereza
Et manchi pietà: / y falta la piedad:
Che sempre qual scoglio / Que siempre cual roca
All’onda d’orgoglio / a la ola de su orgullo
Mia fede sarà. / mi fe estará.
Y aquí, en una versión bien distinta, pero igualmente magnífica, con la guitarra ejerciendo de acompañamiento.
Hablando de improvisación, podemos ver una escena de la película sobre Farinelli de Gérard Corbiau, en la que el castrado compite, improvisando, con una trompeta.
d) Es muy habitual el tratamiento dinámico “por terrazas”, a modo de eco (ver contraste
dinámico), por ejemplo en el Allegro de la Primavera de Vivaldi que ya hemos escuchado o en la siguiente danza, de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell.
e) Después del gran desarrollo del contrapunto, surge la melodía acompañada, lo que
simplifica las texturas; su puesta en práctica originará el nacimiento de un nuevo género: la ópera. Ombra mai fú, de la ópera “Xerxes” de Haendel, es un curioso y atípico tema de amor, cantado… a un árbol. Aunque parezca extraño, una de las arias más hermosas de la historia de la pera está dedicada a un platanero. Es precisamente el aria con que comienza Xerxes en la que, la cantante dice: “jamás ha existido sombra de un vegetal tan querida y amable”.
f) Armónicamente, se emplean el cromatismo y la disonancia de forma “pictórica”, con la intención de “mover los afectos”. Escuchémoslo en el Lamento de Dido de la antedicha Dido y Eneas de Purcell, que se refiere al momento en que Eneas deja Cartago, engañado por un espíritu, Dido no puede soportar el dolor de perder a su amado y decide acabar con su vida. Dido canta dirigiéndose a su doncella Belinda “When I am laid in earth”,
acompañada por una línea de bajo descendente que se repite, el denominado basso ostinato, que consiste en una escala cromática descendente (al igual que el Lamento della ninfa de Monteverdi). El bajo ostinato se repite once veces en todo el aria. La escala cromática descendente representa la muerte y la agonía de Dido.
Cuando yazca, yazca en la tierra, que mis errores
no causen problemas a tu pecho.
Recuérdame, pero olvida mi destino.
Recuérdame, recuérdame, pero olvida mi destino.
g) En el plano tímbrico, nace la orquesta y se fijan las familias instrumentales. Su obra de cámara no es muy extensa, pero la producción de Bach para orquesta nos ha dejado algunas de las piezas más importantes de la historia de la música instrumental, como sus Conciertos de Brandemburgo o las suites orquestales. La Badinerie de la Suite Orquestal BVW 1067 de Bach es una danza rápida, de ritmo es muy marcado y persistente, característico del Barroco. El comienzo en anacrusa es propio de la música de baile en la que se inspira la suite (las parejas de danzas cortesanas del Renacimiento). En cuanto a la instrumentación, adopta la forma de concierto para flauta solista, orquesta de cuerdas y continuo. Se trata, por lo tanto, de una orquesta de cámara, integrada por la familia de cuerda frotada (violines I y II, violas, violonchelos y contrabajos, éstos últimos compartiendo la misma parte) y un clavecín que realiza el bajo continuo cifrado. Respecto a la textura, se trata de una melodía acompañada armónicamente, con frecuente aparición del contrapunto.
En el allegro del Concierto de Brandemburgo nº 3, BWV 1048 de Juan Sebastián Bach, una velocísima escala se inicia en el primer violín y va siendo imitada, como una fuga, por las demás voces (textura contrapuntística): violín segundo, violín tercero, violas, chelos…
Y , para terminar (o no), un instrumento que fue esencial en la época: el clave, en las manos del enorme músico Jean Rondeau.