Espacio antropológico

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En este artículo se pide que no se confundan el Eje angular y el Eje circular.

Hay  quienes también confunden ambos y van mucho más allá, hasta el punto de considerar a un animal no humano como sujeto de derechos al que se le pudiera aplicar un tipo de “justicia”; pero si se eleva, por ejemplo, al animal perro a la categoría del hombre, se rebaja al hombre a la categoría del perro. Así, tendríamos como resultado una vulneración absoluta del Derecho y de lo justo, de modo que, por poner otro ejemplo, no podríamos discriminar al cochinillo o al pavo de la Navidad respecto de nosotros. Sería una acción angular del espacio antropológico. Y la máxima aproximación que se da al tratar de hacer de esta relación angular una relación circular (humanizándola en los dos polos) es la que se da paradójicamente entre los que dicen defender a los animales (veganos y demás animalistas), pues ellos dicen estar en contra del uso del animal como mercancía o cosa (lo aproximado al Eje radial) y con ello lo que hacen es identificarlo en derechos con el eje circular. Todo esto envuelto en una ideología de “la ética” que demoniza todo lo que no sea vegano y animalista; pero la ética, surgida del derecho y su justicia sólo se da entre iguales, este es el “a-juste” de la justicia (ius = justo, a-justado, a-justar, a-justiciamiento), y si los animales son iguales a nosotros en tanto somos también animales “homo”, ante esta igualdad animalesca desaparece el derecho actual basado en aquel ajuste entre personas iguales -jurídicas-, que han superado la mera animalidad al dotarse de ciudades (“polis”, política), y quedamos reducidos a la ley de la selva en la cual vuelve a imponer un derecho cuyo fin sea su propia especie y no otra. Pero este animal vencedor sería otra vez el hombre, el cual se sobrepujaría otra vez a sí mismo elevándose por encima de los demás animales como persona y fundando otra vez un derecho en el cual los animales no humanos volverían a ser situados por debajo de las personas, es decir, en el estatus que sólo puede darse como relación angular.

Pero frente a los fines humanos el animal no tiene derechos, es simplemente objeto del fin, abandonado a sus fines, y es de alta importancia establecer firmemente este punto de vista…..Consecuentemente realizada, esa compasión llevaría a que no se matase a ningún animal, a que no se diese muerte a ningún ave, a ningún animal salvaje, a que no se capturase ningún pez, a que no se montase ningún caballo, a que no se pudiese golpear a ningún buey perezoso, o a un asno, y los animales desplazarían de la superficie de la tierra finalmente a los seres humanos, que no podrían alimentarse más con ellos….Mi primera pregunta a un apostol de esa herejía sería si come todavía carne, y si utiliza al caballo para montar o viajar. (Rudolf Von Ihering. El fin en el Derecho).

Como dice  Von Ihering, la compasión con los animales, por la cual se dejan guiar los hombres, es en realidad una desconsideración hacia los seres humanos. Supone subvertir el espacio antropológico.

                       ¿”… más de 10.000 toros asesinados…”? ¿Acaso los toros tienen la condición de personas no-humanas?

¿Qué opinas sobre el hecho de que existan diversas asociaciones que salen a las calles protestando por el maltrato de animales no humanos, pero, en cambio, no se conozca protesta alguna por la muerte de animales humanos e incluso que se hagan actos conmemorativos por la conducta de sujetos que de modo voluntario y libre ponen en riesgo sus vidas? (Para responder te servirá lo estudiado sobre el eje angular, el carácter numinoso de los animales)

El hombre es un animal, pero no es cualquier animal. El hombre vive en sociedades políticas determinadas históricamente. La abeja o la hormiga, entre otros, son animales que viven en sociedades pero de muy distinto signo: son sociedades al margen de lo político, de la Historia y del Derecho. El Derecho presupone al Estado. No existe el Derecho al margen del Estado. El Derecho es una institución humana (los animales no humanos no tienen instituciones) y no tiene mayor sentido hablar de “Derechos de los Animales” que hacerlo de “religiones de los perros”, “capitalismo de los hipopótamos” o “matrimonios de leones”.

Una muestra de lo que le puede llegar a suceder a quien no posee la suficiente conciencia de la distinción entre los dos ejes o, al menos, el peligro que puede suponer el reinstalarse en una situación completamente análoga a la del Paleolítico, la tenemos en Timothy Treadwell cuya peripecia angular fue filmada en un documental elaborado por Werner Herzog, titulado “Grizzly Man” (el “Hombre oso”), en el que aparecen las numerosas horas de grabación que Treadwell había filmado de sus horas en Alaska con los osos pardo durante dos veranos… hasta que él y su acompañante de turno fueron devorados por un poderoso macho tras una lucha cuyo sonido terrible quedó igualmente grabado. Este antiguo surfero superó su dependencia a las drogas mediante su convivencia con los osos, a la que atribuía funciones salvíficas: “los animales fueron el milagro”, decía. A cambio, él se convertiría (no estaba claro cómo) en el protector de los osos y mediador entre ellos y el resto de los hombres. Finalmente, cumplió su palabra: “al igual que Cristo murió por los hombres, yo moriré por estos osos.”

http://www.youtube.com/watch?v=W2PbyZAwkpc

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