Uno de las tareas más importantes (y complicadas) de los padres de adolescentes es mantener siempre abiertas las vías de comunicación. Aquí ofrecemos algunos consejos sobre cómo comunicar con hijos adolescentes:
Dar mensajes claros. Los mensajes, especialmente los relacionados con los límites, sobre deben ser concretos y claros, que no dejen lugar a dudas. En este sentido, es un error decir sobre lo mismo cosa un día “sí” y otro día “no” a tu hijo adolescente, salvo que las circunstancias hayan cambiado. Dar mensajes claros ayuda a crear una base de confianza, fomenta el buen comportamiento y ayuda a bajar los niveles de estrés en una familia.
Procura no involucrarte en discusiones “infinitas”, o repetir las mismas cosas muchas veces. Una vez que ya están claras las cosas, no merece la pena seguir en una discusión que, posiblemente, acabará en una riña. En esos momentos, es importante detener la discusión y retomarla en otro momento.
Aprender a escuchar y responder con respuestas que incentivan la comunicación y que eviten que tu adolescente salga del salón de un portazo.
Emplear un tono positivo y utilizar lenguaje corporal afirmativo mientras hablas. Hay que tener en cuenta que en la adolescencia no siempre van a querer hablar con nosotros cuando queremos. Tendremos entonces que buscar los momentos más propicios e invitar a nuestro hijo a hacerlo en momentos sosegados.
Tratar a tu hijo adolescente con el mismo grado de respeto con el que esperas que te trate a ti. No le insultes nunca, ni le ridiculices. La vergüenza es un sentimiento muy habitual en los adolescentes.
Dar mensajes afirmativos. Cada vez que se presente la ocasión, recordarle que le quieres. Cuando se ha arreglado, dile que esté muy guapo. Cuando ordena su habitación sin que se lo hayas pedido, coméntaselo de tal forma que se sienta orgulloso (aunque no te lo vaya a demostrar).
Si notas que vas a perder el control (somos humanos) , procura no gritar. Si empiezas a gritar, la capacidad receptiva de tu adolescente se bajará a cero. Hay momentos en los que todo adolescente cree que sus padres no le comprenden, que le hacen la vida imposible. Y cuando gritamos por frustración o rabia, solo conseguimos alejarles más. Si crees que vas a perder los papeles, aplaza la conversación para retomarla en un momento en el que hayas logrado sobreponerte y estar tranquilo. Es una estrategia que podemos denominar de “tiempo muerto”.
Ser preciso y dar detalles sobre lo que esperas de tu hijo. Por ejemplo, puedes escribir un planning y pegarlo en la nevera como recordatorio. Siempre es bueno escribir sobre papel reglas y acuerdos importantes, porque así ambas partes pueden consultar el papel cuando surja una confusión sobre una norma específica.
Permite su participación cuando haya un cambio de normas. Eso asegurará un mayor seguimiento e implicación en las mismas y le enseñará a formas adultas de manejar diferencias. También será un ejemplo de comunicación provechosa. Pero, atención, también debe saber que hay cosas muy importantes que no son objeto de discusión.
No ningunear nunca a tu hijo cuando estás enfadado o triste. Si algo que hace o dice te enfada o entristece sobremanera, dile que no estés en condiciones de seguir una conversación antes de alejarte. Es peligroso ignorarle o dejar de hablarle y seguir tan normal con otros miembros de la familia, porque solo conseguirás distanciarle cada vez más
Evitar decir frases como “porque lo digo yo”. Explica tus razones de forma tranquila a tu hijo. Los adolescentes saben que la última palabra la tendrán sus padres, pero es importante que sepan por qué les pedimos que hagan algo que no quieren hacer, o por qué les prohibimos ciertas actitudes.
Implicarle en una conversación, no entres en un monólogo. Termina tus frases con otra frase que invite a la comunicación:
- ¿Qué piensas tu?
- Parece muy importante para tí, intenta explicarme por qué
- Buena pregunta, intentaré contestar
- Me interesa mucho conocer tu opinión
- ¿Comprendes lo que te intento explicar?
- ¿Quieres hablar?
Lograr una coherencia entre lo que predicas y lo que practicas. Es importante dar ejemplo para tener credibilidad
Evitar frases negativas que más bien logran todo lo contrario, como por ejemplo:
- Si vuelves a decir eso te….
- Me trae sin cuidado qué hace tus amigos
- No vengas llorando a mí se te sale mal
- No te creo
- No comprendes nada
- Pregúntaselo a tu madre/padre
Escuchar con atención a tu hijo cuando te habla. No hagas otra actividad mientras, y si estás haciendo algo cuando empiece, para. Mira a tu adolescente, escucha y ofrece un comentario cuando termine.
Organizar actividades conjuntas, a veces con toda la familia, a veces solos. Excursiones, comidas, una cena fuera, vacaciones…. Si tu adolescente no quiere pasar todas las vacaciones con la familia, intenta buscar una solución y ayúdale a encontrar la manera de pasar tiempo con sus amigos y tiempo con su familia.
Ser siempre justos. Los padres somos humanos, y a veces nos exasperamos y imponemos una regla nueva o un castigo porque estamos cansados o hartos. Hay que evitar esta situación, pensarlo muy bien antes de introducir nuevas reglas o cambiar una existente, y explicar de forma sosegada el motivo a tu adolescente, contando, si es posible con su participación.
Ser muy consistentes y firmes. Por ejemplo, si la norma es hacer los deberes antes de jugar a la playstation, es importante ser inflexible y no cambiarlo nunca, incluso si tu adolescente llega a casa con amigos. Cuando tu adolescente aprende que no vas a ceder, dejará de insistir (aunque esto puede tardar años y supone uno de los aspectos más agotadores de ser padres de adolescentes). Si cedes, tu adolescente cuestionará no solo esta norma repetidas veces, sino otras también.
Ser fiel a tus principios. Hay cuestiones importantes en nuestras vidas en las que no es posible ceder (por ejemplo, el uso de drogas) .Probablemente has escuchado muchas veces estos típicos reproches de hijos adolescentes: “Siempre soy la primera que se tiene que ir a casa”; “Pues los padres de Pedro le dejan hacerlo”; “Los padres de Marta la dejan hasta las 12.00…”. Y es fácil tener la tentación de ceder. Pero todos tenemos nuestros propios valores, y es importante que nuestros hijos adolescentes aprendan a respetar los nuestros. Explícales que todos somos distintos, y cuando protestan y dicen que ojalá su familia fuese distinta, respira hondo y recuerda que esta es una reacción típica en los adolescentes y realmente no piensan así. Simplemente forma parte de la adolescencia cuestionar el sistema que les sigue controlando e intentar mover los límites.
Adaptado de la web Euroresidentes.com