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¿Y los deberes?

Un artículo interesante del diario “El País” sobre la cuestión de los deberes escolares en casa. ¿Hay que hacerlos con los hijos?¿Cómo hay que hacerlos?¿Hay muchas tareas escolares?¿Qué hacen en otros países europeos?  La tesis del artículo es que “hacer” los deberes ( o peor, hacerselos) a nuestros hijos no significa que los ayudemos de manera adecuada. Asimismo, alerta de la influencia de las  diferencias culturales en el rendimiento posterior y de otras posibles alternativas a esta cuestión en otros países. Merece la pena leerlo y reflexionarlo

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¿Cómo podemos actuar si tenemos la sospecha de que nuestro hijo toma drogas?

Pero ¿cómo podemos actuar si tenemos la sospecha o la certeza de que nuestro hijo toma drogas?

En este video se ofrece un pequeño reportaje y un coloquio entre Eusebio Megías, Psiquiatra y Director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción; Felisa Pérez, Vicepresidenta de la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente; y María Prats, Vicepresidenta de la Asociación de Familias contra las drogas de Ribagorza y Somontano, en Huesca.  En él, Se ofrecen reflexiones y consejos para reaccionar adecuadamente  si nos encontramos en una situación de sospecha o de certeza de uso de drogas.

Debate sobre drogas

 

 

 

Todo comienza por conservar la paciencia y no desesperarse.

GUÍA RÁPIDA PARA FUNCIONAR COMO PADRES Y MADRES DE ADOLESCENTES

 Jaume Funes

 (Imprimir y dejar en la mesita de noche)

1. Siguen necesitando padres, madres, uno o los dos. No pueden seguir su adolescencia en soledad. Aunque nos gustaría descansar, no se ha acabado nuestra tarea educativa. Se emancipan desde la seguridad.

2. Servimos para que practiquen el rebote pero también para educarlos. Necesitan saber en qué confiamos, qué pretendemos, cual es nuestra propuesta de vida. Se orientan si tienen orientaciones. Los límites sirven fundamentalmente para poder controlar su angustia y se justifican para impedir lo irreversible.

3. No hace falta que les expliquemos lo que hacíamos cuando teníamos su edad. Nuestra experiencia no es su experiencia, aunque estén viviendo lo mismo. Podemos caer en la tentación de explicar “batallitas” sólo si nos las preguntan.

4. Convivir con adolescentes es aprender a madurar con garbo, a asumir nuestra “edad” con disponibilidad a mirar el mundo que va viniendo, el mundo en el que viven nuestros hijos e hijas. Se trata de ser maduros pero no carrozas.

5. Hay que estar dispuestos a tener algo en común con ellos y ellas. Por ello hay que dejarse enseñar y enredar en alguno de sus intereses de vez en cuando.

6. Debemos conseguir que haya otras personas adultas positivas en sus vidas, facilitar que tengan buenos tutores o que en sus actividades haya “monitores” con preocupación por sus vidas. No estaría de más ampliar nuestra preocupación hacia los hijos e hijas de otros.

7. Siempre se trata de mirar, escuchar, observar, a veces preguntar y otras participar en sus afirmaciones, diálogos y discusiones.

8. No debemos estar pensando siempre en problemas. Pero, hay que aprender a intuirlos, sabiendo encontrar el momento oportuno para intervenir y ayudarles.

9. A veces, hay que ayudarles a que se dejen ayudar… por otros.

10. Se trata de no rivalizar con ellos y ellas (siempre serán más jóvenes y mejores). Se debe disimular la envidia. No hay que dar por bueno ni aplaudir todo lo que hacen para mantener el buen rollo. No debemos pretender que se “enamoren” de quien nosotros nos enamoraríamos.

11. Sería preferible no andar más estresados que ellos y ellas para ayudarles a conseguir momentos de calma y seguridad. Nuestros desequilibrios también tienen que ver con sus vivencias de seguridad.

12. Tienen derecho a equivocarse y debemos permitir que ocurra. Sólo debemos pretender que no tenga demasiados costes y que puedan recuperarse con facilidad.

13. Se trata de dejar que, poco a poco, se vayan alejando.

14. No estaría de más recordar que no enseñamos sino que ayudamos a descubrir que no saben, sin que tengan que reconocerlo y sin que finalmente nos den las gracias. A menudo cuesta aceptar que semejantes personajillos nos den lecciones.

15. No “nos” fallan, no “nos” sacan buenas notas. No han de ser nuestros hijos. Han de ser ellos y ellas.

Este texto proviene del libro “EDUCAR EN LA ADOLESCENCIA. 9 Ideas clave”. Editorial Graó. Barcelona. 2010.

Es el resumen final de la Idea clave 8: Hacer de padre o de madre todavía es necesario. Todo comienza por conservar la paciencia y no desesperarse.

¿QUÉ TIPO DE PADRES SOMOS?

El comportamiento de nuestros hijos está influído, entre otros factores, por nuestro comportamiento con ellos.   En concreto cómo nos comunicamos habitualmente con ellos (¿razonamos?, ¿gritamos?¿explicamos las cosas?, ¿escuchamos?…), cómo los supervisamos y  controlamos ( ¿muy estrictos?, ¿nada estrictos?, ¿ hay límites claros?,¿los límites son flexibles o inflexibles?), autonomía ( ¿les hacemos todo?¿tienen cosas de qué responsabilizarse?,  afecto ( ¿ demostramos afecto?¿ valoramos positivamente sus logros?¿depende de su comportamiento?¿ de nuestro humor?…).

En el cuadro siguiente, se ofrecen  cuatro categorías de estilos de “ser padres” y las consecuencias probables , a corto y largo plazo, en nuestros hijos de esas maneras de actuar. Como cualquier clasificación, estos estilos son una aproximación y una generalización; la realidad siempre es más compleja y variada, pero nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestra actuación y nuestras posibilidades de mejora.

El cuadro es una adaptación extraída de la publicación “Cuento Contigo” ( “Estilos parenterales”) publicado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.

 

CARACTERÍSTICAS DE LOS PADRES

 

CONSECUENCIAS POSIBLES PARA LOS  HIJOS:

 

A CORTO PLAZO

A LARGO PLAZO

AUTORITARIOS

Dan muchas órdenes.No hay comunicación.

Tendencia a gritar.

Las normas se transmiten como imposiciones y/o prohibiciones.

Critican las acciones de los hijos.

Se creen siempre en posesión de la verdad.

No muestran afecto.

Enfados, lloros, discusiones frecuentesParalización y tensión.

Miedo.

Cumplimiento “acrítico” de las órdenes.

Ocultan información ( mentiras..).

En ausencia de los padres, no cumplen órdenes.

Dificultad para mostrar sus sentimientos.

 

Falta de iniciativa y apatía.Inseguridad y culpabilidad.

Rencor

Falta de responsabilidad.

No suelen razonar

Imitación de autoritarismo.

Respuestas agresivas.

Dependientes.

Individualistas

 

PERMISIVOS

Muy afectuosos.Hay una gran ausencia de normas.

No hay puntos de referencia éticos o sociales.

No orientan, ni exigen responsabilidades.

Inseguridad.El niño hace lo que quiere.

Se aburren.

Poca constancia.Dependencia de los demás.

Se conducen por impulsos.

Individualistas, caprichosos

“DEMOCRÁTICOS”

Dialogan.Comunican sus criterios y  pensamientos.

Hacen pactos.

Piden cooperación.

Ofrecen  alternativas.

Razonan y explican

( “disciplina inductiva”).

Existen límites claros con consecuencias lógicas y proporcionadas.

Dan autonomía

Dialogan.Toman iniciativas propias.

Son más persistentes en las tareas que inician.

Comunican sentimientos, muestran oposiciones a los comportamientos no deseables

Se valoran más a sí mismos.

Comportamientos independientes y autónomos.Cooperan.

Razonan.

Hay comunicación.

Toman iniciativas.

Se esfuerzan en la actividad diaria.

 

NEGLIGENTES

No se preocupan por seguiruna línea de comportamiento

Pueden presentar   características

de los otros estilos.

Cambios constantes de criterio.

Incluso podrían dejar de proporcionar  los cuidados básicos.

 

Confusión.Responderán de forma diferente ante distintas personas y ambientes.

Respuestas inadecuadas ante dificultades

Comportamiento inestable.Falta de criterios fijos de comportamiento

Inseguridad.

Desorientación.

Contradictorios.

 

SOBREPROTECTORES

 

Conceden todo a los hijos.Fluctúan entre la falta de dirección  (se siguen los caprichos de los hijos) y la máxima dirección (organizan todos los momentos del niño).

Se satisfacen todas las

“necesidades” de los niños, incluso antes de haberlas expresado.

No se permite la frustración.

Hijos débiles.Inmaduros.

Inseguros.

 

Dificultad para defenderse por sí mismos.Angustia ante las dificultades.

Egoístas.

Les cuesta agradecer, ven como normal que los demás estén pendientes de ellos.

 

¡Me han llamado del Instituto porque mi hijo…!

A la mayoría nos resulta muy duro enterarnos de que nuestro hijo o nuestra hija está teniendo un comportamiento  poco adecuado . A pesar de esto, es importante actuar de forma clara y precisa y hacerlo sin dilación.

Debe quedar claro que hay comportamientos que no estamos dispuestos a tolerar en nuestra familia. Es pues fundamental no mirar para otro lado y afrontar decididamente el problema. Debemos ser conscientes de que de esta manera ayudamos a nuestro hijo o hija.

Es importante que sepamos distinguir lo que es una broma o una trastada de lo que es una conducta inapropiada . A veces los propios hijos, no saben, se excusan  o no se dan cuenta de la situación real,  piensan que algunas cosas no tienen importancia, aunque , en muchas ocasiones, ya no estamos hablando de bromas, juegos o “cosas de críos”,  se trata más bien de poner de manifiesto un  problema de convivencia , que deben aprender a resolver sus dificultades  ahora,  de modo que sirva para  el futuro .

Es muy importante mantener la calma, no actuar de forma precipitada y compartir el problema con nuestra pareja u otras personas adultas de nuestra confianza.

 COSAS QUE SE PUEDEN HACER

–          Tratar de conocer en detalle qué está ocurriendo, posteriormente intentar buscar las razones por las que nuestro hijo o hija se ha comportado de esa manera.

–          Escuchar al centro educativo, ser receptivo para conocer la verdad. Es muy posible que lo primero que nos salga sea defender a nuestro hijo o hija, incluso negar la posibilidad de que haya hecho una cosa así. Tener en cuenta que defender a un hijo es correcto pero que en esta ocasión la defensa no pasa por negar la realidad que pueda estar ocurriendo ni por enfrentarse al colegio. Defender a la hija o hijo es defender su derecho  a una buena educación y una buena educación, a veces pasa por medidas  correctoras. En todos los temas educativos, y en este más todavía, necesitamos personas aliadas, no enemigas.

–          Es conveniente adoptar una postura de colaboración con el centro educativo y pedir que el colegio nos ayude a resolver el problema. El propio colegio o instituto está muy interesado en resolver este tipo de cuestiones y en educar a sus alumnos y alumnas en la paz, el trabajo,   el respeto y en la resolución pacífica de los conflictos. Conviene que pidamos al centro una descripción de hechos carente de valoraciones.

–          Es necesario escuchar a nuestra hija o nuestro hijo. Preguntar claramente qué está ocurriendo o qué ha ocurrido. Por qué ha hecho tal o cual cosa o por qué ha dejado de hacer, cómo se siente, qué sentimientos puede haber provocado en las otras personas… escuchándole podremos ayudarle a encauzar sus sentimientos y acciones no contra las demás personas sino a su favor. Mejor escuchar sin valorar y dejando claro que quiere ayudarle a salir del posible entuerto en el que se ha metido.

–          No justificar a su hijo/a ni culpar a otros por su conducta. Hay que hacerle saber que determinados comportamientos no son aceptables en la familia y las consecuencias que tendrá en caso de persistir. Si su hija o hijo es responsable de lo que hace, seguramente sabe que no actúa bien.  La culpa ayuda poco, ayuda más que pueda situarse en los sentimientos de la otra persona.

–          Insistir desde el primer momento que no le van a tolerar ninguna conducta inapropiada . Si persiste en ella, habrá que pensar en las consecuencias. Hacer seguimiento tanto de los incidentes como de las mejoras y compartirlo con  el profesor tutor.

–          Es importante una respuesta coordinada desde todas las personas adultas con responsabilidad, especialmente entre padre y madre. Ambos deben tener una postura coherente y firme.

–          Enseñarle a tener respeto por las diferencias.

–          Explicar la diferencia entre una respuesta asertiva (seguridad en sí mismo, firme) y una agresiva (violenta, beligerante, hostil). Enseñar a defenderse sin violencia ni ataque. Ayudarle a imaginar las consecuencias de sus actos, como para las demás, para sí mismo e, incluso, para sus futuras relaciones.

–          Tratar de ofrecer en la familia modelos positivos de respeto y aceptación incondicional de las personas, así como de resolución pacífica de los conflictos. Debe quedar claro en casa que, independientemente de lo que hagan, todas las personas son respetables. También él o ella y, por supuesto, también las personas a las que puedan estar fastidiando.

Adaptado del material de la Asesoría de Convivencia del Gobierno de Navarra.