Kant: Física y Metafísica

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Como hemos estudiado, Kant nos dice que sólo podemos considerar válidos cognitivamente (esto es, científicamente) los “juicios sintéticos a priori”, que son aquellos que sintetizan un elemento intuitivo de la experiencia y un concepto del entendimiento. Reconoció también que ese mecanismo de síntesis era la actividad propia de la razón humana, de modo que el “pensar” no consiste en otra cosa que en un afán de sintetizar informaciones heterogéneas para darles cierta coherencia o unidad. En este sentido criticó las Ideas metafísicas como meros productos de la Razón en su afán por sintetizar todo el conjunto de los fenómenos externos o espaciales (Mundo).

Después de Kant el “pensamiento crítico” es aquel que pone “límites” a ese afán inmoderado de la razón de hacer síntesis extravagantes entre informaciones heterogéneas.

Esta noticia nos ofrece una muestra de cómo el teoreticismo marca el paso de los “últimos avances” en el campo de la física teórica (teoría del big bang, teoría de cuerdas y supercuerdas….), confundiendo hacer ciencia con inventar teorías, lo que ha dado lugar a una suerte de metafísica científica de signo casi presocrático por su carácter mítico. Si, por ejemplo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, la física del estado sólido ha experimentado un notable progreso ligada a múltiples aparatos y productos, la física de partículas se ha estancado (y no por falta de financiación: como vemos en esta noticia, el bosón de Higgs, que espera detectarse en el LHC del CERN, cada vez se asemeja más al éter por su “sutilidad”). Ahora bien, ¿siguen siendo física estas teorías punteras sin soporte experimental? ¿O sólo son matemáticas?

Recordaremos lo que Kant enuncia: “Pensamientos sin contenido [intuiciones] son vacíos; intuiciones sin conceptos son ciegas.”

La materia que nos presenta la física cuando nos ofrece los resultados de sus investigaciones sobre partículas subatómicas, en los aceleradores de partículas, es muy extraña: se manifiesta con partículas que se desvanecen casi instantáneamente, vistas a través de rastros en un placa fotográfica. Una inestabilidad esencial que propicia la imagen de un perpetuo fluir, más que la de una realidad estable, corpórea. Masa y energía son intercambiables. Dependiendo del diseño del experimento, la materia a este nivel subatómico se nos manifiesta de modo ambivalente, como onda, o como corpúsculo, pero nunca de las dos maneras a la vez, lo cual llevo al principio de indeterminación de Heisenberg, abriendo el campo a todo tipo de especulaciones teológicas. Se habla de partículas sin masa, o de realidades unidimensionales como las “supercuerdas”, o de “antimateria”, para referir el comportamiento anómalo de determinados elementos.

La materia se manifiesta en el estudio del cosmos de un modo también extraño. El universo se presenta como una realidad originada en una singularidad que responde al nombre de “nada” más que cualquier otra cosa, y entre los postulados propuestos para la defensa de la teoría del estado estacionario del cosmos, está el de la creación continua de la materia de Hoyle. Creación “de la nada” (bien es verdad, que en cantidades muy pequeñas…) La materia parece infinitamente divisible, y su indagación nos aleja cada vez más de cualquier tipo de determinismo, y más aun de cualquier visión del mundo “como un todo”.

Y una ingenuidad latente, persistente y positivista puesta a funcionar desde diversas teorías cientificistas (o fundamentalismo cientifista) suele empujarnos a sufrir la impresión de que con la física de partículas o con las teorías cosmológicas, por ejemplo, vamos a obtener la “historia” de lo real o a acceder al “ladrillo” constitutivo último de la realidad. Sin embargo, lo que se consigue es obtener nuevos planos de una realidad que se nos muestra inagotable y dinámica.

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