El cerebro (centrismo) de Punset

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“Hace ya bastante tiempo que me rondaba la intención de escribir esta carta, advirtiendo en los artículos del señor Punset un cansino reduccionismo fisicalista en las explicaciones de todo tipo de conductas, desde componer ópera a a patearle el trasero a un sujeto que se anuda los zapatos en un parque (XL Semanal del 25 de septiembre). Para este autor (o quizá para su cerebro, del que tal parece, siguiendo sus tesis, una simple marioneta), el cerebro lo explica todo. Y si no, ahí están los genes.

La reducción de lo mental a la electroquímica cerebral no es más que una falacia. De la divulgación científica a la vulgarización de la ciencia no va más que un paso, la superación del dualismo cartesiano por un materialismo muy tosco. No me cabe duda de que si el señor Punset hubiese nacido en el siglo XV su conducta sería distinta (aun cuando su cerebro seguiría siendo el mismo). El cerebro no se emociona, no genera mapas ni imágenes, ni tampoco compone ópera; todo ello lo hace el sujeto con su cerebro, las personas a través de la conducta, inmersa en sus coordenadas culturales e históricas. Ni usted ni yo componemos ópera. Y no será por carecer de cerebro.”
DAVID GONZÁLEZ PANDO. GIJÓN.

XL Semanal nº 1253 (30 de Octubre-5 de Noviembre 2011), página 8.

Esta  acertada carta explicita una de las negativas consecuencias del fundamentalismo cientificista que padecemos en estos tiempos. El cerebrocentrismo de Punset es como tratar de dar cuenta racional de las fórmulas o ecuaciones que un matemático escribe en la pizarra a partir del análisis químico de la tiza.

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Platón y Democracia

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Nave griega de cincuenta remos

El pueblo carece de conocimientos para gobernar, según Platón. También los políticos. El barco del Estado va así a la deriva.

El patrón es el pueblo. No se puede gobernar por sí mismo, pues carece del arte del timonel. Los marineros, que también carecen de ese arte, son los gobernantes. El barco es el Estado. La mandrágora y el vino son los discursos demagógicos…
Juzgad por vosotros mismos la idea que dice Platón en el siguiente texto:

“-Figúrate que en una nave o en varias ocurre algo así como lo que voy a decirte : hay un patrón más corpulento y fuerte que todos los demás de la nave, pero un poco sordo, otro tanto corto de vista y con conocimientos náuticos parejos de su vista y de su oído; los marineros están en reyerta unos con otros por llevar el timón, creyendo cada uno de ellos que debe regirlo sin haber aprendido jamás el arte del timonel ni poder señalar quién fue su maestro ni el tiempo en que lo estudió, antes bien, aseguran que no es cosa de estudio y, lo que es más, se muestran dispuestos a hacer pedazos al que diga que lo es. Estos tales rodean al patrón instándole y empeñándose por todos los medios en que les entregue el timón; y sucede que, si no le persuaden, sino más bien hace caso de otros, dan muerte a éstos o les echan por la borda, dejan impedido al honrado patrón con mandrágora, con vino o por cualquier otro medio y se ponen a mandar en la nave apoderándose de lo que en ella hay. Y así, bebiendo y banqueteando, navegan como es natural que lo hagan tales gentes y, sobre ello, llaman hombre de mar y buen piloto y entendido en la náutica a todo aquel que se da arte a ayudarles en tomar el mando por medio de la persuasión o fuerza hecha al patrón y censuran como inútil al que no lo hace; y no entienden tampoco que el buen piloto tiene necesidad de preocuparse del tiempo, de las estaciones, del cielo, de los astros, de los vientos y de todo aquello que atañe al arte si ha de ser en realidad jefe de la nave. Y en cuanto al modo de regirla, quieran los otros o no, no piensan que sea posible aprenderlo ni como ciencia ni como práctica, ni por lo tanto el arte del pilotaje. Al suceder semejantes cosas en la nave, ¿no piensas que el verdadero piloto será llamado un miracielos, un charlatán, un inútil por los que navegan en naves dispuestas de ese modo?
 
-Bien seguro- dijo Adimanto.”
 

(República, Libro VI, 488a–490a)
Esto que escribe Platón es de gran actualidad, ¿no os parece?]]>

Filosofía española en el presente

<![CDATA[“Pienso, luego existo” (pincha en la imagen), aunque es más bien doxografía que filosofía en sentido estricto, puede valer como aperitivo para introducirte en los vericuetos de la filosofía académica. Por cierto, el título del programa ¿es idealista o materialista?

“-… y la cámara de rayos catódicos transforma los impulsos variables de la luz en impulsos eléctricos, los cuales son amplificados y transmitidos por ondas ultracortas al receptor, que hace la transformación inversa para que las personas mayores puedan ver anuncios de jabón, fútbol y cosas así.”  
 
 

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Nos iniciamos en Filosofía académica

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Llaman filósofo a Guardiola
Sobre el origen de la palabra “filosofía”: un texto de Cicerón
Un animal asociado a veces con la Filosofía
Terminamos con un texto de Borges:
“Dos griegos están conversando: Sócrates acaso y Parménides.
Conviene que no sepamos nunca sus nombres; la historia, así, será más misteriosa y más tranquila.
El tema del diálogo es abstracto. Aluden a veces a mitos, de los que ambos descreen.
Las razones que alegan pueden abundar en falacias y no dan con un fin.
No polemizan. Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no piensan en ganar o en perder.
Están de acuerdo en una sola cosa; saben que la discusión es el no imposible camino para llegar a una verdad.
Libres del mito y de la metáfora, piensan o tratan de pensar.
No sabremos nunca sus nombres.
Esta conversación de dos desconocidos en un lugar de Grecia es el hecho capital de la Historia.
Han olvidado la plegaria y la magia.”]]>

Guerra, Paz y Democracia

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«La guerra nunca desaparece porque ha presidido el nacimiento de los Estados: el derecho, la paz y las leyes han nacido en la sangre y el fango de batallas y rivalidades que no eran precisamente —como imaginaban filósofos y juristas— batallas y rivalidades ideales. La ley no nace de la naturaleza, junto a las fuentes a las que acuden los primeros pastores. La ley nace de conflictos reales: masacres, conquistas, victorias que tienen su fecha y sus horroríficos héroes; la ley nace de las ciudades incendiadas, de las tierras devastadas; la ley nace con los inocentes que agonizan al amanecer.

Todo esto no significa, empero, que en esta guerra la sociedad, la ley y el Estado sean una especie de armisticio o la sanción definitiva de las victorias. La ley no es pacificación, porque detrás de la ley la guerra continúa encendida y de hecho hirviendo dentro de todos los mecanismos de poder, hasta de los más regulares. La guerra es la que constituye el motor de las instituciones y del orden: la paz, hasta en sus mecanismos más ínfimos, hace sordamente la guerra. En otras palabras, detrás de la paz se debe saber descubrir la guerra; la guerra es la clave misma de la paz. Estamos entonces en guerra los unos contra los otros: un frente de batalla atraviesa toda la sociedad, continua y permanentemente, poniendo a cada uno de nosotros en un campo o en otro. No existe un sujeto neutral. Somos necesariamente el adversario de alguien».

Michel Foucault, “Genealogía del racismo. De la guerra de razas al racismo de Estado”.

Atenea Promacos con lanza y yelmo, dispuesta a pelear

La guerra es una realidad humana y filosófica más permanente que la paz. Las democracias sólo pueden acogerse en sueños a un mundo sin conflictos y las filosofías nacen y se desarrollan como resultado de conflictos no siempre incruentos. Además, el conflicto entre grupos, sociedades y estados sólo puede alumbrarse y entenderse mediante la filosofía.

Al hilo de este problema estudiaremos las siguientes cuestiones:

–           si la democracia es condición necesaria y suficiente para la paz y si la paz quedaría comprometida por la ausencia o la debilitación de la democracia.

–           las relaciones entre las sociedades políticas democráticas o no y la guerra;

–           los orígenes no pacíficos de las democracias;

–           la democracia española de 1978 y de sus orígenes en la dictadura franquista;

–           el imperialismo de la democracia ateniense y la política imperialista de Alejandro, interpretada como extensión de la democracia ateniense;

–        el imperialismo norteamericano y la guerra, desde la doctrina Monroe hasta las guerras de Irak y Afganistán;

–           el sistema de las democracias en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial;

–           el debate de entreguerras sobre la deslegitimación de la guerra, y la Segunda Guerra Mundial;

–           la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética;

–           las relaciones entre las sociedades políticas en general y la guerra: concepciones pacifistas de la Guerra;

–           la Guerra como continuación de la política;

–           la intrincación del Estado y la Guerra;

–           el terrorismo político o religioso y Guerra.

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