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Fue la espartaquista alemana, Clara Zetkin, quien propuso, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en 1910, el 8 de Marzo como fecha del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. Fue la ONU la que eliminó, en 1975, el último término (“trabajadoras”), lo que supone disolver las diferencias de clase y los conflictos peculiares de las mujeres en el desempeño de su trabajo asalariado y reproductivo (¿acaso es verdad eso de que las mujeres no serían trabajadoras hasta que tuviesen un salario?), anulando la reivindicación original de carácter político.
Aquí se exponen algunas celebraciones desviadas de lo que debiera significar el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras.
“Pero el deber del partido de la clase obrera de protestar y luchar contra la opresión nacional no surge de un ‘derecho de las naciones’ especial, como tampoco su lucha por la igualdad social y política ante los sexos emana de ningún ‘derecho de la mujer’ innato, como sugiere el movimiento de las feministas burguesas, sino que surge exclusivamente de la oposición general a la estructura de clase y a toda forma de desigualdad y de dominación social; en una palabra surge de la propia posición básica del socialismo” (Rosa Luxemburgo, “La cuestión nacional y la autonomía“).
Las mujeres que ardieron en 1911 en un espantoso incendio en una fábrica, murieron no por ser mujeres sino por ser proletarias, trabajadoras en el marco de la lucha entre el trabajo y el capital. Pero el feminismo burgués habría secuestrado un episodio de la lucha de clases a favor de una reaccionaria ideología sexista, biologicista.
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