Guerra, Paz y Democracia

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«La guerra nunca desaparece porque ha presidido el nacimiento de los Estados: el derecho, la paz y las leyes han nacido en la sangre y el fango de batallas y rivalidades que no eran precisamente —como imaginaban filósofos y juristas— batallas y rivalidades ideales. La ley no nace de la naturaleza, junto a las fuentes a las que acuden los primeros pastores. La ley nace de conflictos reales: masacres, conquistas, victorias que tienen su fecha y sus horroríficos héroes; la ley nace de las ciudades incendiadas, de las tierras devastadas; la ley nace con los inocentes que agonizan al amanecer.

Todo esto no significa, empero, que en esta guerra la sociedad, la ley y el Estado sean una especie de armisticio o la sanción definitiva de las victorias. La ley no es pacificación, porque detrás de la ley la guerra continúa encendida y de hecho hirviendo dentro de todos los mecanismos de poder, hasta de los más regulares. La guerra es la que constituye el motor de las instituciones y del orden: la paz, hasta en sus mecanismos más ínfimos, hace sordamente la guerra. En otras palabras, detrás de la paz se debe saber descubrir la guerra; la guerra es la clave misma de la paz. Estamos entonces en guerra los unos contra los otros: un frente de batalla atraviesa toda la sociedad, continua y permanentemente, poniendo a cada uno de nosotros en un campo o en otro. No existe un sujeto neutral. Somos necesariamente el adversario de alguien».

Michel Foucault, “Genealogía del racismo. De la guerra de razas al racismo de Estado”.

Atenea Promacos con lanza y yelmo, dispuesta a pelear

La guerra es una realidad humana y filosófica más permanente que la paz. Las democracias sólo pueden acogerse en sueños a un mundo sin conflictos y las filosofías nacen y se desarrollan como resultado de conflictos no siempre incruentos. Además, el conflicto entre grupos, sociedades y estados sólo puede alumbrarse y entenderse mediante la filosofía.

Al hilo de este problema estudiaremos las siguientes cuestiones:

–           si la democracia es condición necesaria y suficiente para la paz y si la paz quedaría comprometida por la ausencia o la debilitación de la democracia.

–           las relaciones entre las sociedades políticas democráticas o no y la guerra;

–           los orígenes no pacíficos de las democracias;

–           la democracia española de 1978 y de sus orígenes en la dictadura franquista;

–           el imperialismo de la democracia ateniense y la política imperialista de Alejandro, interpretada como extensión de la democracia ateniense;

–        el imperialismo norteamericano y la guerra, desde la doctrina Monroe hasta las guerras de Irak y Afganistán;

–           el sistema de las democracias en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial;

–           el debate de entreguerras sobre la deslegitimación de la guerra, y la Segunda Guerra Mundial;

–           la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética;

–           las relaciones entre las sociedades políticas en general y la guerra: concepciones pacifistas de la Guerra;

–           la Guerra como continuación de la política;

–           la intrincación del Estado y la Guerra;

–           el terrorismo político o religioso y Guerra.

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El Movimiento 15-M

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Sobre el Movimiento 15-M: I. Orígenes – UPyD
Rosa Díez UPyD Unión Progreso y Democracia partido político.

“Por supuesto que hay gente que desde entonces hasta hoy ha querido una revolución de verdad, pero creo que nadie -ni siquiera los pensadores teóricos de la izquierda que le dedican mucho tiempo y mucho esfuerzo a pensar las revolución- sabe cómo diablos es eso posible en el Occidente actual. Desde el 68, las revueltas que he llamado ‘divertidas’ no son amenazadoras para el sistema; no digo tampoco que al establishment político y económico le encanten, pero siempre acaban encauzadas en el sistema democrático y convertidas por el capitalismo en tendencias culturales que tienen influencia a largo plazo en la política -como venimos hablando, muchos de los asuntos culturales discutidos en los 60 hoy forman parte del centro de la discusión política-, pero que en lo inmediato no cambian las instituciones y ni siquiera, en gran medida, los sistemas de partidos, aunque en este último aspecto habrá que ver cómo evoluciona la crisis. En cualquier caso, la rebeldía ya es un elemento integral del capitalismo: sea para vender coches, para prometer una exitosa carrera como ejecutiva o para promocionar zapatillas, el capitalismo halaga y corteja al rebelde. Aunque por supuesto no le hace el menor caso a las ideas políticas que puedan motivar a esa rebeldía. Si es que las hay.” (Pincha en la imagen para leer más).

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