¡Me han llamado del Instituto porque mi hijo…!

A la mayoría nos resulta muy duro enterarnos de que nuestro hijo o nuestra hija está teniendo un comportamiento  poco adecuado . A pesar de esto, es importante actuar de forma clara y precisa y hacerlo sin dilación.

Debe quedar claro que hay comportamientos que no estamos dispuestos a tolerar en nuestra familia. Es pues fundamental no mirar para otro lado y afrontar decididamente el problema. Debemos ser conscientes de que de esta manera ayudamos a nuestro hijo o hija.

Es importante que sepamos distinguir lo que es una broma o una trastada de lo que es una conducta inapropiada . A veces los propios hijos, no saben, se excusan  o no se dan cuenta de la situación real,  piensan que algunas cosas no tienen importancia, aunque , en muchas ocasiones, ya no estamos hablando de bromas, juegos o “cosas de críos”,  se trata más bien de poner de manifiesto un  problema de convivencia , que deben aprender a resolver sus dificultades  ahora,  de modo que sirva para  el futuro .

Es muy importante mantener la calma, no actuar de forma precipitada y compartir el problema con nuestra pareja u otras personas adultas de nuestra confianza.

 COSAS QUE SE PUEDEN HACER

–          Tratar de conocer en detalle qué está ocurriendo, posteriormente intentar buscar las razones por las que nuestro hijo o hija se ha comportado de esa manera.

–          Escuchar al centro educativo, ser receptivo para conocer la verdad. Es muy posible que lo primero que nos salga sea defender a nuestro hijo o hija, incluso negar la posibilidad de que haya hecho una cosa así. Tener en cuenta que defender a un hijo es correcto pero que en esta ocasión la defensa no pasa por negar la realidad que pueda estar ocurriendo ni por enfrentarse al colegio. Defender a la hija o hijo es defender su derecho  a una buena educación y una buena educación, a veces pasa por medidas  correctoras. En todos los temas educativos, y en este más todavía, necesitamos personas aliadas, no enemigas.

–          Es conveniente adoptar una postura de colaboración con el centro educativo y pedir que el colegio nos ayude a resolver el problema. El propio colegio o instituto está muy interesado en resolver este tipo de cuestiones y en educar a sus alumnos y alumnas en la paz, el trabajo,   el respeto y en la resolución pacífica de los conflictos. Conviene que pidamos al centro una descripción de hechos carente de valoraciones.

–          Es necesario escuchar a nuestra hija o nuestro hijo. Preguntar claramente qué está ocurriendo o qué ha ocurrido. Por qué ha hecho tal o cual cosa o por qué ha dejado de hacer, cómo se siente, qué sentimientos puede haber provocado en las otras personas… escuchándole podremos ayudarle a encauzar sus sentimientos y acciones no contra las demás personas sino a su favor. Mejor escuchar sin valorar y dejando claro que quiere ayudarle a salir del posible entuerto en el que se ha metido.

–          No justificar a su hijo/a ni culpar a otros por su conducta. Hay que hacerle saber que determinados comportamientos no son aceptables en la familia y las consecuencias que tendrá en caso de persistir. Si su hija o hijo es responsable de lo que hace, seguramente sabe que no actúa bien.  La culpa ayuda poco, ayuda más que pueda situarse en los sentimientos de la otra persona.

–          Insistir desde el primer momento que no le van a tolerar ninguna conducta inapropiada . Si persiste en ella, habrá que pensar en las consecuencias. Hacer seguimiento tanto de los incidentes como de las mejoras y compartirlo con  el profesor tutor.

–          Es importante una respuesta coordinada desde todas las personas adultas con responsabilidad, especialmente entre padre y madre. Ambos deben tener una postura coherente y firme.

–          Enseñarle a tener respeto por las diferencias.

–          Explicar la diferencia entre una respuesta asertiva (seguridad en sí mismo, firme) y una agresiva (violenta, beligerante, hostil). Enseñar a defenderse sin violencia ni ataque. Ayudarle a imaginar las consecuencias de sus actos, como para las demás, para sí mismo e, incluso, para sus futuras relaciones.

–          Tratar de ofrecer en la familia modelos positivos de respeto y aceptación incondicional de las personas, así como de resolución pacífica de los conflictos. Debe quedar claro en casa que, independientemente de lo que hagan, todas las personas son respetables. También él o ella y, por supuesto, también las personas a las que puedan estar fastidiando.

Adaptado del material de la Asesoría de Convivencia del Gobierno de Navarra.

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