Binomios fantásticos.

Estamos esperando el resto de binomios fantásticos.

Para empezar, tenemos El árbol presumido, escrito por  Elena. Incluye hasta moraleja. ¿Quién averigua cuáles son las dos palabras elegidas por Elena?

El árbol presumido

Había una vez, un árbol que siempre le gustaba presumir de lo verde que era porque era más verde que los demás.

Un día, acertó a pasar un dragón por ahí. Al ver que el árbol presumía demasiado de ser más verde que los demás, decidió hacer una cosa…

Volvió al día siguiente con un cubo de agua, echó fuego por las hojas del árbol y, luego, con el agua, lo apagó. Todos los árboles, boquiabiertos, se fijaron que el árbol ya no era tan verde y era todo negro. Así que empezaron a reírse, pero, el árbol, como era muy presumido, empezó a decir que era más negro que los demás.

Y es que los presumidos siempre serán presumidos, aunque lo que tengan no sirva para nada.

Elena Chivite

Aprovechad el puente y mecanografiad vuestros binomios fantásticos y así poder  mostrarlos en la blogosfera.

LA ALMOHADA Y LAS ESCALERAS.

Una noche de verano, Nahia e Irati, se despertaron para beber agua. Iban despacio, para no despertar a su papá y mamá.

De repente, oyeron un ruido cuando bajaban las escaleras y vieron en el hueco de la escalera un perrito asustado. Se acercaron a él y el perrito empezó a jugar con ellas .Las niñas se quedaron un ratito jugando con él.

Cuando se cansaron, Nahia subió las escaleras y cogió su almohada y se la puso al perrito para que estuviera más cómodo y no hiciera ruido. Las niñas se fueron a la cama y se quedaron dormidas.

Más tarde, el perrito subió las escaleras y fue a parar donde estaban ellas con la almohada en la boca.

A la mañana siguiente, sus padres fueron a despertarlas y vieron al perrito durmiendo con la almohada que le habían dado.

Las niñas se encariñaron con el perrito, lo llamaron Javier y se lo quedaron para siempre.

Lidia Rodríguez

 

El reloj y la clase

Érase una vez, un reloj que era grande y muy feo. No tenía a nadie que le quisiera hasta que, un día, se dio cuenta el profesor Antonio de que el reloj estaba llorando y le preguntó:

– ¿Qué te pasa Relojito?

-Pues nada, que no tengo a nadie que me quiera y estoy muy triste-contestó el reloj.

-Tranquilo Relojito, que para mañana no vas a estar triste-le respondió el maestro.

-¿Por qué no voy a estar triste?- le preguntaba.

Y Antonio le dijo:

-¡¡¡ Sorpresa!!!

Al día siguiente, nuestro amigo relojito se levantó y exclamó:

¡Ay qué guapa!

Se levantó y había una reloj chica. Estuvo esperando hasta las nueve de la mañana, la hora a la que llega el maestro a la escuela. Al verle, el relojito le dijo:

-Muchísimas gracias. Ahora no estoy triste porque me parece muy buena persona y muy guapa.

Y al final se enamoraron y tuvieron a dos relojitos llamados Enrique y Daniel.

Daniel Monsegur

 

El niño más listo que el profesor

 Érase una  vez, un profesor llamado Antonio y un niño llamado Daniel.

Daniel le echó una partida de ajedrez a Antonio. Antonio ganó por suerte.

Daniel exigía la revancha y Antonio le dio la revancha. Esta vez ganó Daniel y, resultó que Daniel jugaba mejor que Antonio.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN

                    Enrique Enciso, el Breve.

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